Thursday, October 23, 2008

Cuando el jefe es lo de menos

Artículo publicado en Expansión en relación al libro 'Basuketoboru, la selección española de baloncesto desvela las claves para conseguir el equipo perfecto':

Siete medallas desde 1999 (campeones del mundo en 2006, subcampeones olímpicos en 2008 y tres veces de Europa -2007, 2003 y 1999- además de un bronce europeo en 2001) con seis seleccionadores distintos (Lolo Saínz, Javier Imbroda, Moncho López, Mario Pesquera, Pepu Hernández y Aíto García Reneses). Y el año que viene a por la medalla de oro en el Europeo de Polonia con otro seleccionador distinto. ¿Quién? Da igual. En los últimos cinco Europeos -un torneo más duro que un Mundial y unos Juegos porque aquí no hay cenicientes que valgan- España ha disputado como mínimo la semifinal con cinco seleccionadores distintos y sólo en 2005 no se tocó metal. Es decir, el jefe (seleccionador) es lo de menos cuando uno tiene un proyecto sólido, apuesta por él de forma continuada y firme y se refuerza ocasionalmente con pequeños cambios que inyecten sangre fresa al equipo.
Equipo y con mayúsculas. Esa es la clave de una Selección de baloncesto que ha traspasado la frontera de lo deportivo hasta convertirse en un fenómeno social y un modelo a imitar no sólo en el mundo de la canasta sino también en el empresarial. Incluso el presidente de la Federación Norteamericana de Baloncesto, Jerry Colangelo, me reconoció en Pekín durante los Juegos que Estados Unidos le había copiado tras años de estudio el modelo y el método a la Selección española para volver a recuperar el orgullo y el honor perdido tras años y años de sonoros fracasos. El resultado, evidentemene no pudo ser otro que la medalla de oro... ante España.
Equipo es la clave de una selección liderada por Pau Gasol, el mejor jugador de la historia de nuestro baloncesto, y conformada por auténticos cracks como Calderón, Navarro, Garbajosa, Reyes, Rudy, Jiménez, Marc Gasol, Berni Rodríguez, Mumbrú, Sergio Rodríguez, Cabezas, Ricky Rubio y Raúl López. Ellos, los jugadores, los auténticos protagonistas del éxito dejan claro dónde reside el éxito: en el grupo. A partir de ahí se ha creado una maquinaria perfecta en la que todos los elementos (desde los jugadores a los fisios, médicos, utilleros al presidente de la federación) han de estar perfectamente engrasados para que no chirríe ninguna pieza. Si esto sucede, si uno busca más protagonismo que otro, si uno no confía ciegamente en su compañero, la maquina descarrila independientemente de quién sea el maquinista (seleccionador). Nada más aterrizar en la selección y antes del Mundial de Japón (2006), Pepu Hernández me dejó una sentencia célebre: “Yo sólo soy un barbas que intenta molestar lo menos posible”. Una frase algo exagerada pero que encierra una gran verdad. Y los exitosos resultados lo refrendan. Para que un grupo de trabajo, deportivo o empresarial, funcione y rinda al máximo son fundamentales una serie de valores que los jugadores de la selección de baloncesto encarnan mejor que nadie (capacidad de sacrificio, ilusión, humildad, competitividad, espíritu de trabajo, profesionalidad, compromiso, actitud positiva, generosidad, entrega, lealtad y disciplina) y además hay que ser fiel a un modelo de gestión muy claro como por el que ha apostado la Federación: “Aquí todo el mundo es necesario e importante, pero nadie es imprescindible”. Un modelo que ha triunfado en lo deportivo y en lo empresarial. Las claves están ahí. Y la primera es crear un equipo en el que los protagonistas se sientan a gusto, respetados, respaldados, felices y con confianza. Si se logra ese habitat de trabajo llegará el compromiso, la implicación, el trabajo incansable, la dedicación y la solidaridad con el compañero pese a que a uno eso le suponga un plus extra de sudor. Y es algo que se ve cada verano en la selección de baloncesto: independientemente de sus contratos multimillonarios, de las pocas vacaciones y del agotamiento lógico tras una larga temporada de trabajo y lesiones, todos están deseando que llegue el primer dia de concentración para ponerse a trabajar con la selección en busqueda de un nuevo éxito junto al resto de jugadores, que más que compañeros se han convertido en amigos y familiares. El método está claro que ha triunfado en la cancha. Y está listo para triunfar en la empresa.